viernes, 25 de abril de 2008

Los pasos del sonámbulo

viernes 21 de marzo de 2008
Fuente:Juan Villoro/Reforma21 Mar. 08En 1968 yo tenía 12 años y caminaba dormido. Mi conciencia crítica se reducía al hecho de despertar en sitios imprevistos. Aunque el desplazamiento no era traumático -o no me lo parecía-, me dejaba una sensación de soledad y abatimiento.Mi abuela rezaba para que yo perdiera el vicio de ser sonámbulo y mencionaba la previsible causa de esa excentricidad: el divorcio de mis padres. A mí el tema me preocupaba porque me impedía ir de campamento con los Amigos del Bosque.Alguien sugirió que me ataran una campanilla para despertar a los demás si abandonaba la tienda de campaña, pero el catastrofismo familiar concibió una escena incontrovertible: yo era capaz de caminar con los brazos extendidos por el parque nacional de La Marquesa hasta ser arrollado en la autopista México-Toluca.1968 también fue mi último año de voracidad por lo dulce. Un genio de la química inventó un postre a la altura de su nombre, el flantástico, que permitía combinar el flan de coco con aderezo de chocolate. Me administré festivales de tres flantásticos hasta que me enteré de otro gusto de los tiempos: los gordos no son apetitosos.Acababa de descubrir que la vida tenía sentido porque una niña, que en el pudor de la memoria llamaré Marina, se sentaba en el pupitre anterior al mío. Padecía una alergia que la hacía estornudar a cada rato. Cada vez que se agitaba, yo percibía el fresco olor de su cabello. La idolatré sin atreverme a decir lo que mi cara hacía evidente hasta que la mejor amiga que nunca falta me informó que Marina no se interesaba en los barrigones.En 1968 apelé por vez primera a la fuerza de voluntad. Quise ponerme a dieta y sublimé mis carencias pensando que pronto serían las Olimpiadas.Mi padre se había mudado al edificio Aule, en la esquina de Insurgentes y Xola. En su condición de divorciado tenía estupendos platos de cartón. El lujo de su departamento estaba en el escritorio: unos boletos con tamaño de toallas para manos y el logotipo de "México 68". Nuestro pasaporte olímpico.Algo parecía a punto de suceder pero los primeros signos de cambio no fueron halagüeños. Mi abuela materna, cuyo lema de vida era "piensa mal y acertarás", me informó que mi padre se había vuelto comunista. La culpa de todo la tenía mi madre, por fumar tanto. Su lógica era inflexible: mi padre se había cansado de los aires de independencia que se daba mi madre, expresados en las volutas de humo que mandaba al techo. Eso lo había llevado al divorcio y al comunismo.Mi casa se convirtió en un país aparte, donde nada de lo que se decía coincidía con la prensa o la televisión. Mi padre daba clases en la universidad y pertenecía a la Coalición de Maestros, que respaldaba al movimiento estudiantil. Yo no tenía la menor claridad sobre estos temas. La primera noticia de que algo sucedía me llegó por los compañeros de clase: después de invadir Checoslovaquia, los rusos querían impedir que México celebrara las Olimpiadas y habían infiltrado la universidad con comunistas. No me atreví a contradecirlos: la gordura ya me volvía bastante impopular para además ser disidente.Mi madre fumaba más de la cuenta porque tenía información sobre arrestos de profesores. Habló con mi padre y le pidió que se fuera de México, pues tenía derecho a un sabático. "Vamos a ir a las Olimpiadas", contestaba él, como si los boletos le otorgaran extraña inmunidad.Un día vimos tanques en las calles, el teléfono empezó a sonar a todas horas, alguien nos dio un ejemplar de la revista ¿Por qué?, con fotos de estudiantes muertos o detenidos, un testimonio insólito, diferente a lo que decían los demás medios. En el patio del colegio se culpaba de todo a los universitarios. Yo no me atrevía a decir nada. Veía a Marina y pensaba en dulces intangibles.Cuando varios amigos de mi padre fueron a dar a la cárcel de Lecumberri, el "castillo negro", mi madre le insistió en que se fuera. Él habló de "convicciones". Pensé que así se le decía a tener muchas ganas de ver las Olimpiadas.La ciudad había sido tapizada con el emblema de una paloma blanca. El gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz deseaba la paz a las naciones del mundo. En las mañanas, la paloma amanecía teñida de sangre.Sólo me enteré de la trama del movimiento estudiantil y la matanza de Tlatelolco años después, por Los días y los años, de Luis González de Alba. Mi padre quiso protegerme y no dijo nada. Fue su doméstica versión de la manifestación del silencio la prueba sin palabras de que algo se había roto.Poco antes de las Olimpiadas vimos un entrenamiento de waterpolo en Ciudad Universitaria. Una pelota salió fuera del agua y se estrelló en la cara de un juez. Un hombre pálido se acercó a mi padre y le dijo: "Estás en la lista negra". Él respondió con la exagerada cortesía con que agradece lo que no le interesa.Nunca supimos qué casualidad lo salvó de la cárcel. En la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos oímos el abucheo a la delegación soviética que propagaba el comunismo internacional. A los pocos días descubrí un segundo amor platónico: la gimnasta rusa Natasha Kuchinskaya. Una noche, en el estadio de Ciudad Universitaria, los corredores de Estados Unidos subieron al podio de premiación con guantes negros. Todo tenía que ver con la política pero yo apenas lo advertía. Vi saltar a Natasha Kuchinskaya y juré comer menos azúcar.Mi padre quería cambiar el mundo en 1968. Perdió algo decisivo en una época en que se repartían medallas e incluso México ganaba nueve. Ignoro lo que pensaba cuando me llevaba a las tribunas. Estuvimos juntos y es lo que importa.La memoria carga de significado los días perdidos. Al comprender el riesgo que él corría me siento tentado a darle otro valor a su compañía. Pero ya entonces sirvió para cambiar la parte del mundo en la que podía intervenir: no volví a caminar dormidoYO TE NOMBRO LIBERTAD, CREANDO CONCIENCIAVERONICA VILLALVAZOsolo tengo mis ojos y mi mente como herramienta para trabajar.
Publicado por Frida en 11:13
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Tres días fuera del mundo

Nota sobre un libro de Paco Ignacio Taibo II
Paco Ignacio Taibo II es autor de un pequeño libro llamado 68. Apenas por encima de las cien páginas, el libro es una crónica, la más emotiva y sin embargo la menos afectada que yo he leído, del año de las revueltas estudiantiles mexicanas
Es también una de las más inteligentes a pesar de ser de las menos intelectualizadas: no soy muy amigo de los libros de Poniatowska, que me parecen siempre abrigar la esperanza de convertir en drama lo que ya es dramático de por sí, y las crónicas de Monsiváis sobre el tema, con toda su lucidez, me suenan siempre como poseídas por esa tendencia a la ostentación del intelecto, que malogra tanta literatura mexicana, esa que en inglés se calificaría con un solo adjetivo: "self important".Hay otro motivo para mi preferencia: Poniatowska y Monsiváis construyen sus relatos del 68 mexicano de manera tal que todo parece conducir a la matanza de Tlatelolco o provenir de ella: Tlatelolco se transforma en suceso trágico (en el sentido clásico del término), en un acontecimiento demasiado grande y demasiado significante, un sol que brilla con tal fuerza que los demás hechos en torno a él desaparecen, se opacan, se esconden en la sombra.En el 68 de Taibo, que es su memoria personal de los hechos de aquel año, ocurre una cosa singular: Taibo, como se sabe, era un joven estudiante universitario en aquel tiempo, y es un mexicano de primera generación, hijo de un escritor español. Según la gran manifestación de la Plaza de las Tres Culturas se aproximaba, y el ambiente en el DF se hacía más y más denso y ominoso, su padre decidió sacarlo de México: lo trepó en un avión y lo mandó a España.Taibo estuvo fuera de México sólo tres días del año 68: el día de la masacre, el día anterior y el día siguiente. En su crónica, esos tres días epicéntricos desaparecen porque él no pudo ser testigo de ellos, pese a haber estado muy involucrado con todo el movimiento antes y después. Y al pasar por alto en su relato (y en su memoria) las setenta y dos horas que para todos los demás cronistas son el clímax de la historia, su 68 se vuelve, casi paradójicamente, más comprensivo, más agudo, más capaz de articulación: es como si Taibo, al no haber tenido que cerrrar los ojos ante la explosión, al haberla visto o apenas intuido de lejos, sin que las esquirlas le estallaran en la cara, tuviera una visión más lúcida del proceso y una fijación menos obsesa con su hecho más atroz.El libro, entonces, se vuelve una pieza importante de reflexión para quienes se interesan en el tema de la literatura testimonial y la crónica de la violencia, y aun más para quienes se aproximan a ello desde las teorías de trauma y sus avenidas circundantes. Planeta México lo ha publicado y reeditado más de una vez; no sé si se encuentra en Lima, pero debería: es uno de esos libros extranjeros que valen la pena para quienes quieren comprender algo más de nuestra literatura reciente y el modo en que ella puede reconstruir o comprender nuestro pasado: lectura sobre todo crucial para los que sin señalar motivo dicen que sólo quienes estuvieron presentes en un hecho violento pueden hablar sobre la violencia con cierto entendimiento.

Gráfica del 68, Homenaje al Movimiento Estudiantil

es un libro que documenta los carteles de protesta que fueron usados en México en 1968, de marcado carácter urbano popular. Símbolos como la bayoneta, el gorila (representando la mano armada del poder), el candado en la boca, la madre atemorizada y otros fueron usados como elementos propagandístico del CNH (Consejo Nacional de Huelga) en contra del mensaje de los medios de comunicación de masas. No había un plan definido de trabajo, sino que se daba rienda suelta a la imaginación utilizando las técnicas más dispares de impresión (tipografía compuesta a mano, rallado sobre la plantilla del mimeógrafo, fotograbado, offset...) y el trabajo en equipo, integrando a los maestros en el proceso de producción. Las protestas de ese año tuvieron una trágica contestación en la Matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, en la cual los militares dispararon contra los manifestantes que se hallaban en la plaza de Tlatelolco. Diez días después, el presidente Díaz Ordaz inauguraba los XIX Juegos Olímpicos...

Perspectiva histórica y significación

En sus distintas vertientes, el gauchisme político y el mismo debate ideológico que siguió a la rebelión estudiantil y la huelga obrera, se diluyeron con relativa facilidad. Después de haber sido sobrevalorado, el izquierdismopos68 fue desconsiderado y casi denigrado. Eso mismo hizo que al filo de los años, al ritmo de la conmemoración, los sucesos de mayo continuaran siendo una fuente de controversia. Antiguos sesentayochistas justificaron su reconversión y losliberales recuperaron el acontecimiento en beneficio propio. El diálogo que mantuvo Luc Ferry —situado dentro de la tradición liberal— con Castoriadis a finales de los ochenta fue significativo al respecto. Introduce, por una parte, la perspectiva histórica en la lectura de los acontecimientos y sustrae, por otra, el debate del cuadro marxista-libertario en que había quedado inscrito el 68, lo que hace posible una interpretación del acontecimiento más abierta al pensamiento liberal.
Mayo del 68 fue para Luc Ferry un movimiento individualista situado a mitad de camino entre las grandes revoluciones del siglo xix y el nuevo individualismo de los años ochenta, de signo preferentemente narcisista. Los años ochenta se acercan así a la verdad del 68 y no supondrían tanto su fracaso más manifiesto —como otros vieron. El 68 constituye, en primer término, una repetición de esas revueltas o revoluciones que no llegan (de ahí su repetición) ni a romper el sistema que rechazan ni a consolidarlo, ni a inscribirse verdaderamente en formas institucionales nuevas.
Las dos características fundamentales del individualismo revolucionario son: igualdad contra jerarquía, libertad contra tradición (el individualismo apunta a la abolición de las tradiciones y las jerarquías en nombre de la igualdad y de la libertad entendida como autonomía). Y el 68 es precisamente eso —sostiene Ferry—: la protesta y rebeldía contra todo lo jerárquico y tradicional, es un movimiento antijerárquico y antitradicional. Aun reconociendo el carácter antijerárquico y antitradicional del 68, Castoriadis, uno de los raros intérpretes del 68 que ha sido profundamente fiel hasta su muerte a lo que ya dijo en 1968, define la principal oposición aeste planteamiento.
Para Castoriadis el movimiento del 68 tuvo un carácter más político que social. Después del 68, no era posible el regreso al individualismo liberal de la sociedad de consumo —afirmaba Castoriadis entonces en La breche—. La tranquilidad —el conformismo— de la sociedad capitalista y el crédito del gaullismo habían sido destruidos; los políticos de la izquierda tradicional, desplazados; las autoridades y los valores, a todos los niveles, habían sido denunciados y anulados. «Pasarán años antes de que la enorme brecha abierta en el edificio capitalista haya sido colmada —en el caso de que pueda serlo», concluía Castoriadis a finales de 1968. El horizonte que se dibujaba entonces ante sus ojos era la sociedad autogestionaria.
Para Luc Ferry Mayo 68 no fue un movimiento político que habría fracasado, sino un movimiento social que triunfó más allá incluso de lo previsible. Para Ferry lo esencial de mayo no reside en el contenido de las utopías gauchistes sino en las exigencias puras del individualismo democrático. Ésa es la razón por la que mayo del 68 no se encarnó políticamente sino socialmente, especialmente en la formidable liberación de las costumbres que se produjo. Ésa era la verdad de mayo: si era esencial para la Revolución Francesa encarnarse en la República, no lo era para mayo del 68 encarnarse en la autogestión.
Hay que notar que los planteamientos de Castoriadis y Ferry no son del todo excluyentes. El 68 aparece impregnado de un cierto relativismo, que no es sino una evolución posible del individualismo democrático, que viene a radicalizar el proceso de atomización de lo social. La ausencia de verdades madres favorece la disgregación de la comunidad. La crítica de las tradiciones hace aflorar como consecuencia una cultura de la autenticidad donde el ser uno mismo en su propia singularidad se convierte en el valor supremo. Frente a la norma exterior, sea cual sea, se reivindica el derecho a afirmar la diferencia, sea cual sea. Desde esta perspectiva, la expresión cuenta más que el contenido expresado, el hecho de tener opiniones más que las opiniones formuladas, y las normas de vocación universal desaparecen en beneficiode los particularismos.
Es la guerra contra la uniformización y la cosificación. Pero lo que se rompe en ese empeño no es solamente el tejido social, sino la posibilidad misma de comunicación en el espacio público, si se tiene en cuenta que los juegos de discusión no deben tener como simple objetivo la expresión de las opiniones sino su confrontación. Así —y por paradójico que pueda resultar respecto a la atmósfera vivida del 68— al conformismo derivado de los grandes dogmas ideológicos de la guerra fría y de su coexistencia pacifica con el crecimiento económico, se opone un relativismo que acabará generando un nuevo conformismo, una nueva actitud conformista: la instalación en el presente sin mayores expectativas de futuro. El sentimiento sustituye a la razón. El sentimiento que activa la imaginación, sí, pero que finaliza por arrumbarla utopía entendida como exaltación del poder transformador de la razón. La obra,las consecuencias del 68 se vuelven así a la postre contra la doctrina del profetaMarcuse.
Desde esta perspectiva no tiene excesivo sentido la discusión sobre las fuentes intelectuales del 68. Seria falaz establecer un vínculo entre los acontecimientos y una constelación de intelectuales en el fondo extraña a esos hechos como Althusser, Bourdieu, Lacan, Foucault, Derrida o Deleuze. Castoriadis subrayó a finales de los ochenta este aspecto por más que Luc Ferry no haya dejado de precisar el pensamiento del 68, la relación de esos autores con el movimiento, aunque sin pretender establecer un vinculo de naturaleza causal (38). Mucho antes que con la filosofía, se puede establecer una relación entre el cine y el 68.
Régis Debray —alumno de Althusser, guerrillero del Che y en los noventa colaborador de Mitterrand— anunciaba antes del 68: «después de los antiguos de Verdun, Mathausen e Indochina, nosotros seremos los excombatientes de la Filmoteca». «El dolor que sufrimos permanece en el cine y, por tanto, en silencio», manifestaba a su vez Godard. El cine ha sido el reino de este mundo para una generación. Un mundo más real que el discurso de los políticos, que la crítica de la oposición. La ficción del cine se antojaba terriblemente verdadera. El gran ojo del cine —había sentado Morin— eleva lo real e irreal, el presente y lo vivido, el recuerdo y el sueño, a un mismo nivel, el nivel del imaginario, tan mitómano como lúcido (39). El cinefue un consuelo mayor, a la espera de la revolución.
Malraux, en aquella conversación que mantuvo con Max Torres durante los sucesos de mayo, comentó: esto del 68 no es una revolución, las revoluciones no se hacen con imaginación sino con organización y con armas; esto es una película o, más bien, el ensayo general para una película.
El 68 fue, es verdad, una generación de izquierdistas cinefilos.
SÁNCHEZ-PRIETO, J.M., (2001): “La Historia Imposible del Mayo Francés”. Revista de Estudios Políticos (Nueva Época), nº112

http://loqueremostodo.wordpress.com/2008/03/31/perspectiva-historica-y-significacion/

AUTORES QUE ACTURARON EN EL MOVIMIENTO

JOSÉ REVUELTAS
José Revueltas. Escritor, guionista y activista político mexicano. Nació el 20 de noviembre de 1914 en la población de Canatlán en el estado de Durango y falleció el 14 de abril de 1976
Biografia
Estuvo en prisión muchas veces por su activismo político, desde siendo casi un niño (a los 14-15 años) y aún era menor de edad cuando lo enviaron por primera vez a la cárcel de máxima seguridad en ese entonces: las Islas Marías.
Participó en el Movimiento Ferrocarrilero en 1958, donde también lo apresaron. En 1968 fue acusado de ser el "autor intelectual" del movimiento estudiantil de México, que culminó con la Matanza de Tlatelolco, por lo cual lo apresaron y enviaron a la cárcel de Lecumberri (El Palacio Negro), lugar desde el cual escribió una de sus más refinadas novelas: El Apando.Una vez concluida su condena y con problemas de salud se dedicó a dictar conferencias, impartir clases de cine en Estados Unidos, ofrecer entrevistas, y lo más importante de todo, a seguir escribiendo. La recopilación de cuentos "Material de los sueños" ofrece un caleidoscopio de lo más variados temas, que abordan profundamente, la condición humana desde la particular perspectiva de éste exquisito autor, quien obtuvo el Premio Nacional de Literatura en los años sesenta.José Revueltas fue un revolucionario a partir de sí mismo, pues practicó la que luego sería su propuesta pedagógica más importante: la Autogestión Académica, producto de su propia forma de estudiar la realidad mediante el conocimiento teórico que proporciona la lectura. Para lo cual se salió de la escuela secundaria porque iban muy lento y se dedicó, desde entonces, a visitar bibliotecas y adquirir libros.
Fue un hombre integral con muchas facetas, comprometido con las necesidades del proletariado, del pueblo, se dedicó en todos los frentes en los que participó a la tarea de socializar y politizar a la sociedad, tarea ésta, revolucionaria. Se valió de la literatura, el guión cinematográfico, la academia, la participación partidaria y la calle para promover su proyecto.Perteneció al Partido Comunista Mexicano, pero fue expulsado unos quince años después por sus críticas a las prácticas burocráticas del organismo y por uno de los mejores análisis de la izquierda en México: Ensayo de un proletariado sin cabeza.
Fundó la Liga Espartaquista y el Partido Popular Socialísta (PPS), de donde también fue expulsado por cuestionar y criticar los errores de la izquierda.Falleció el 14 de abril de 1976: en el mismo año en que la cárcel de Lecumberri es cerrada luego de más de 104 años de funciones como penal metropolitano.
Así fue la vida de José Revueltas, dedicada a abrir y cerrar ciclos importantes en la vida cultural del próspero y lejano México de los años setenta.
Obra
Novelas y cuentosDios en la tierra (1944). Los días terrenales (1949) . Los errores (1964). Los muros de agua (1941) escrita en el penal de Las Islas Marias. El apando (1969) a partir de experienciasvividas en la cárcel de Lecumberri. El luto humano (1943). Dormir en tierra.(1961). En algún valle de lágrimas (1957). Los motivos de Caín (1958). Material de los sueño (1974). La palabra sagrada. Antología (Prólogo y selección de José Agustín). Escribió también varios Ensayos políticos

http://granelandia.blogspot.com/2008/04/autores-de-habla-hispana-jos-revueltas.html

1968 OTRA VEZ; ARTE POLITICO, ARTE CRITICO...

Ojeando la edición digital de la magnífica Afterall he recordado que, por enésima vez, vamos a ser pronto bombardeados por todo tipo de topicazos y lugares comunes sobre Mayo y el Movimiento del 68. Si nos centramos en Europa, siempre he creído que lo peor del 68 fué que, al ser aplastado, acabó degradándose para ser en gran medida un precursor de los años de plomo de los 70. Se puede trazar una línea bastante clara desde el intento de asesinato de Rudi Dutschke al auge y caída de la RAF en Alemania, del movimiento estudiantil y obrero en Italia a las Brigadas Rojas, y de la influencia más o menos evidente de la Internacional Situacionista en grupos como la Angry Brigade en UK o el MIL en España.Por enésima vez veremos imágenes de las movilizaciones de Paris, mientras suena de fondo el Street Fighting Man de Rolling Stones, y tendremos que soportar alguna descafeinada entrevista a personajes como Daniel Cohn-Bendit o Joschka Fisher. Todo bastante previsible y aburrido... Es de agradecer, por tanto, que haya publicaciones que, al menos, traten de manera adecuada algunos aspectos de los que significó el final de los 60... así que os pego un párrafo creo que muy acertado de Afterall, escrito por Melissa Gronlund y mi amigo Pablo Lafuente:In contrast to the late 1960s, what seems most striking today is perhaps not the lack of connection between grassroots political action and the art context, but the feeling that much of the art made now that address political issues does not take the relationship with its audience as a primary concern. If in May’68 the key issues discussed in relation to film were who spoke and for whom, by contrast contemporary artistic production is dominated by the individual expression of interests and concerns in specific modes of articulation.We would like to ask about the implications of this recent focus on more aesthetic concerns and the simultaneous absence of social and political goals. At---the time of May’68, films such as Jacques Villemont’s La Reprise du travail aux usines Wonder (1968) or Haskell Wexler’s Medium Cool (1969) showed equally effective ways of reflecting on the political ideas of the time through different articulations of both documentary and openly constructive approaches. The political was present in the those films’ content, language and audience, and they were traversed by an urgency resulting from the political activitism that they reflected. Today, when that activism seems to have vanished almost completely, how do current artistic positions help pursuing the ideal of May’68 and its aspiration to radical equality? How can we translate nostalgia into propositions? Si la polémica sobre la lucha armada es siempre encarnizada, sobre las implicaciones y prácticas políticas en el mundo del arte ya ni les cuento. Por tanto, si alguien tiene interés sobre arte político/crítico en la actualidad, no está de más que le eche un ojo a la agria polémica sobre el peripo de Las Agencias y al texto Luces y sombras en la trastienda del artivismo. Una conversación con Xelo BoschCuando hicimos en París el proyecto de desfile Prêt-à-précaire de las Non gratas class, durante la Semana de la Moda, trabajamos con muy diferentes colectivos en lucha contra la precariedad (...). No sé si encontramos alguna respuesta particularmente original o verdadera, pero sí que te puedo decir que hicimos una asamblea semanal durante cerca de seis meses con la intención de confeccionar un cuestionario lo suficientemente amplio para que cada uno de los participantes concibiera por sí mismo cómo quería (re)presentarse en la pasarela y qué es lo que preferían denunciar. Gracias a la prensa conseguimos algo de visibilidad mediática para los problemas de toda esta gente y, con toda humildad, creo que la experiencia funcionó como una verdadera herramienta política.Como bien sabes, mi trayectoria profesional apenas ha conseguido reconocimiento institucional, ni mucho menos el de las instancias de poder a las que me he enfrentado -desgraciadamente, las únicas que me podrían permitir vivir de mi trabajo como artista-activista-. Sin embargo, el reconocimiento lo he obtenido, y con creces, de las minorías con las que he colaborado, aspecto éste que me ha proporcionado una satisfacción sin precio que comparto gustosamente con el amplio colectivo global de los honestos perdedores que no participan en competición alguna.No está nada mal la respuesta al texto de Marat: La agridulce trastienda del artivismo. Reflexiones al hilo de la entrevista a Xelo BoschEn realidad, no hacen falta más mártires, ni más perdedores. Hacen falta soluciones. Porque no sé hasta qué punto es legítimo exigir semejante heroicidad a todos los sujetos productores de contenidos artísticos y culturales. No sé hasta que punto es legítimo exigir al artista que suicide su carrera profesional ignorando o boicoteando a los únicos que pasado mañana le van a dar de comer, condenándole al más atroz ostracismo en el ámbito social del arte (y, por añadidura, al subempleo, dado que su formación no le permite en general ejercer otra profesión especializada que la propia, la de artista). No sé por qué demonios hay que ser un perdedor para preservar la dignidad.Porque, al final, el artista está solo. Existen nucleos efímeros, solidaridades pasajeras, no una clase social consciente y organizada que sirva de colchón amortiguador a los costes del atrevimiento individual(...). ¿Dónde están las galerías, las ferias, las publicaciones y las instituciones de enseñanza del arte autónomas que ofrezcan una alternativa a la cooptación del complejo capitalista-burocrático al joven y atemorizado artista recién salido de la Facultad o Escuela correspondiente? ¿Por qué los lazos afectivos e ideológicos que se establecen en el trayecto artivista son incapaces de madurar y transformarse para resistir el contacto con la realidad socioeconómica al día siguiente de la salida de la burbuja estudiantil (y no digamos ya, para desafiar de forma efectiva y sostenida el omnímodo dominio de la industria cultural capitalista-burocrática)?
Para finalizar este pequeño periplo sobre artivismo, creo que es también muy interesante también es la provocadora clasificación que propone el simpático jeta de Jordi Claramonte, sobre tipologías y métodos del arte político de la ultima decada en Érase una vez un lobito bueno... os pego parte de la intro, pero creo que hay que leerlo de principio a fin.Quisiera darme la oportunidad de revisar someramente la producción de arte político en la última decada quizá para poder explicarme cómo han podido las más diversas bandas de corderos maltratadores formadas –como es de todos sabido- por críticos de arte, directores de museo y periodistas especializados en general, abusar tan malamente de ese pobre lobito bueno que ha sido el arte político. Aguerrido y dentado, peludo y con rabo el arte político ha resultado ser bastante más inofensivo de lo que se pretendía. Lo que urge ver es por qué y de qué maneras ha resultado ser tan inofensivo.Y es que... hay que ver como está el patio.

http://estoydescentrado.blogspot.com/2008/04/1968-otra-vez-arte-poltico-arte-crtico.html

FILMARAN DOCUMENTAL

El cineasta mexicano Nicolás Echevarría, uno de los pioneros del documental en este país, filmará una nueva cinta testimonial sobre el movimiento estudiantil de 1968, al cumplirse, el 2 de octubre próximo, 40 años de la matanza de Tlatelolco.“Estoy organizando, junto con Sergio Raúl Arroyo, director del Memorial del 68 –exposición que actualmente se exhibe en el Centro Cultural Tlatelolco de las antiguas instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la ciudad de México–, un largometraje documental para conmemorar los 40 años del movimiento estudiantil”, adelantó.Echevarría fue el responsable de filmar las entrevistas para el Memorial del 68.“Realizamos piezas de video, sobre todo del movimiento estudiantil; hicimos más de 50 entrevistas; se recolectaron materiales fotográficos de video, de cine”, contó el cineasta. En dichas piezas se exhibe material inédito sobre el movimiento estudiantil, dijo.El siguiente paso, declaró, es filmar una película documental basada en la investigación de dos años que realizó para el Memorial del 68.“Lo más interesante es que (el Memorial) está abierto para que la gente vaya y aporte cosas nuevas, porque sabemos que el movimiento del 68 fue un parteaguas, no sólo en lo político, también en lo cultural”, dijo el realizador.Recuerdos de la represiónEl 2 de octubre de 1968, en vísperas de comenzar los Juegos Olímpicos en la capital mexicana, fuerzas de seguridad reprimieron de manera sangrienta una manifestación estudiantil pacífica en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.Aunque nunca se estableció el número exacto de asesinados, según algunas organizaciones de derechos humanos y sociales murieron más de 300 estudiantes.Cuando el género del documental era despreciado en México y sólo se realizaban con alcances científicos, Nicolás Echevarría filmó documentales de todo tipo de temas, con un sentido más cinematográfico.Su película más famosa es Cabeza de Vaca (1991), largometraje de ficción basado en las crónicas de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, español que llegó con los conquistadores, que fue tomado prisionero por los indígenas y se convirtió en aprendiz de brujo.Algunos de los documentales más recordados de Echevarría son María Sabina, mujer espíritu (1978), Teshguinada, semana santa Tarahumara (1979) y El niño Fidencio, el taumaturgo de Espinazo (1980), entre otros.“El documental va a ser cada vez más importante; con el advenimiento del video, toda esta cuestión de hacer cine en casa, algo que era imposible cuando yo empecé, ahora cada quien puede hacer su propia película, y eso va a generar más documentales”, declaró Echevarría.

http://letrasrojass.blogspot.com/2008/01/filmarn-documental-40-aos-de-la-matanza.html